Por Magdalena López para Revista Nueva Sociedad

En menos de un año, Mario Abdo ha mostrado cómo gobierna la derecha paraguaya. Con un discurso tradicionalista, se ha lanzado contra la agenda de género, ha aplicado políticas económicas ortodoxas y ha desatendido reclamos populares. Mientras tanto, al movimiento campesino, considerado como la espina dorsal de la resistencia social paraguaya, se le ha sumado un nuevo elemento de lucha: los jóvenes que han tomado la dirección de poderosas manifestaciones sociales.

Mario Abdo Benítez es el presidente de Paraguay desde el 15 de agosto de 2018, luego de un paso de mando caracterizado por un enfrentamiento muy fuerte entre la facción saliente y la entrante del Partido Colorado (Asociación Nacional Republicana, ANR). Abdo se impuso por menos de 4% de los votos sobre la Alianza Ganar -coalición del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) con el Frente Guasu (FG) y otros partidos minoritarios y progresistas- que no pudo revertir la permanencia presidencial del coloradismo.

La ANR obtuvo la mayoría de bancas en ambas Cámaras, mientras que el PLRA lo secundó. En el Senado, la tercera fuerza instalada es el FG, partido cuya figura central es el ex-obispo Fernando Lugo Méndez, único ex-presidente habilitado para tener una banca activa pues fue destituido por impeachment, y por lo tanto constitucionalmente eximido de ocupar la bancada vitalicia, sin voto ni quorum, destinada a los ex presidentes.

Las gobernaciones, constituidas en las mismas elecciones generales, quedaron mayoritariamente en manos coloradas.

La presidencia del hijo del secretario privado de Stroessner

Tras las difusas promesas de campaña y el escaso detalle de las propuestas electorales de Abdo Benítez, el devenir de su gobierno fue difícil de imaginar. Lo más relevante de este primer año de gobierno han sido las consecuencias más o menos explícitas de la pelea entre la facción abdista (Colorado Añetete) y la cartista (Honor Colorado) que responde al ex-presidente Horacio Cartes.

El nuevo mandatario, colorado de paladar negro, proviene de una familia que ascendió en el partido en el contexto de la dictadura de Alfredo Stroessner. Su relación con los movimientos y partidos más progresistas está manchada por las acusaciones de fraude y alteración de votos que surgieron durante las elecciones generales de 2018 y que aún no han sido completamente saldadas. Además, las declaraciones presidenciales sobre la agenda de género y los derechos de las mujeres, así como las decisiones tomadas en materia económica y de relaciones internacionales (especialmente a la postura tomada por Paraguay sobre la problemática venezolana) lo han distanciado aún más.

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Magdalena López, Revista Nueva Sociedad, Mayo, 2019